A una tiranía, máxime si la
ejerce un gobierno títere de otro país, se le hace resistencia, porque en este
caso oposición es colaboracionismo que le sirve para simular democracia
En una democracia existen
gobierno y oposición, que se alternan en el poder. Sin alternancia no hay
democracia, sino tiranía. En una democracia la oposición accede al poder por la
vía electoral, lo cual es posible porque las elecciones son justas: sin
ventajismo y sin fraude. Sin elecciones justas no hay democracia. En una
tiranía las elecciones son una farsa, por el ventajismo y el fraude. Por ello a
la tiranía no se la derrota electoralmente cuando está en juego el poder, como
lo demuestra la historia de Venezuela, sino se le pone fin por otro medio: la
guerra civil en el siglo XIX y la rebelión cívico-militar en los siglos XX y
XXI (23 de enero de 1958 y 11 de abril de 2002). No existe una oposición en la
tiranía, ya que oposición implica alternancia. Los que se oponen a la tiranía
se organizan en resistencia. Efectivamente “resistencia clandestina” se llamó
la que se organizó contra la anterior tiranía, la que creíamos que sería la
última.
Esa “resistencia clandestina” (porque toda resistencia a una tiranía
adopta la forma de organización clandestina) fue la que preparó la rebelión
cívico-militar.
Tres circunstancias nos
diferencian de entonces. La primera, aquella tiranía era ejercida por un
gobierno nacionalista. La de ahora es ejercida por un gobierno títere de otro
país. La segunda, aquella tiranía era anticomunista, pero sólo de actitud pero
sin adoctrinamiento ni fanatismo. La de ahora es comunista, con adoctrinamiento
y fanatismo. La última, no hubo partido que se prestara a elecciones
fraudulentas. No hubo partido colaboracionista.
Estas tres circunstancias
asemejan nuestra situación a la Francia ocupada por Alemania. Somos un país
ocupado por Cuba, la cual ejerce el gobierno decidiendo la política interior y
exterior. Pero la ocupación cubana no se hace con tropas bajo un jefe militar
cubano. Se hace poniendo un gobierno títere. Recordemos que la ocupación
alemana se acompañó del adoctrinamiento para crear el fanatismo
nacional-socialista (nazi). Del mismo modo, la ocupación cubana está acompañada
del adoctrinamiento comunista a todos los niveles. Aún más traslada a Venezuela
su sistema político, económico y social, del cual es mera copia, lo que nos ha llevado
al colapso general. Todo se ha hecho sin obstáculos pero disfrazado de
democracia, para consumo externo, contando con la eficaz colaboración de los
“colaboracionistas”, que al igual de sus pares franceses inducen a la cobardía
y condenan la rebeldía, alegando que nada se puede hacer excepto ocupar los
espacios que cede la tiranía. Esta fue la justificación del gobierno de Vichy y
de la traición a la patria del Mariscal Petain.
Tal como en la Francia ocupada
por Alemania, existen aquí tres fuerzas políticas. Cuba representada por los
títeres que le sirven. Alrededor suyo, los “colaboracionistas” que le hacen el
juego sirviéndoles de comparsa. Estas son las dos fuerzas políticas de la
ocupación cubana. La tercera fuerza es la resistencia, a la cual podemos
definir como el conjunto de movimientos sociales y políticos que tienen por
objetivo la liberación de Venezuela, en su triple sentido: liberarnos de Cuba,
del comunismo y de la tiranía.
La resistencia francesa nos
enseña que, tratándose de un país ocupado, es absolutamente necesaria la
alianza cívico-militar. Ante todo, un líder militar que haga el “llamamiento”.
Fue el papel de De Gaulle, que siendo militar se diferenció de los traidores. Y
al mismo tiempo la resistencia propiamente dicha, organizada y dirigida por
civiles. Cuentan los historiadores: “los resistentes fueron hombres y mujeres
de todas las edades, aunque a menudo jóvenes, incluso muy jóvenes
(adolescentes). En su gran mayoría estaban casados, tenían un oficio y una vida
de familia. Había universitarios, maestros, periodistas, ingenieros, curas,
obreros, tenderos, artesanos. Sólo una minoría vivía a tiempo completo en una
total clandestinidad.” Eran la vanguardia, una minoría que actúa como dinamo
del sentimiento popular. La resistencia francesa no tuvo en sus filas siquiera
al 2% de la población y le bastó para derrotar a los alemanes. La venezolana en
la anterior tiranía, mucho menos y bastó para derrocar al tirano.
Pero aclaremos. Mientras la
resistencia francesa contra la ocupación alemana fue armada, la resistencia
venezolana contra la ocupación cubana no puede serlo. Debe seguir el modelo de
la que se hizo contra la anterior tiranía: usar todos los medios de lucha
pacíficos, sobre todo la calle, aprovechando todas las oportunidades para llegar
a la meta. Es mi consejo.
LIBERACIÓN NACIONAL Y
NO-REELECCIÓN
Por: Jesus Petit Da Costa.
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