Nuestra tragedia: cierre del año
con 25.000 asesinatos, 64% deugalde_06 inflación (casi 100% en alimentos), alto
desabastecimiento con colas humillantes para lo más básico, recesión (la peor
de América Latina) con tres trimestres seguidos de descenso en el PIB y el
petróleo casi a mitad de precio… Esta grave situación no se puede tapar con
insultos, ni ilusas “revoluciones” verbales; sino que reclama un gobierno
responsable que asuma la emergencia nacional con decisión de corregir el rumbo,
convocando de verdad a todos los venezolanos para producir las soluciones, que
son imposibles para una sola mitad del país.
Lamentablemente el gobierno dio
señales opuestas a la sensatez y – con hechos dictatoriales- se apropió
descaradamente de los poderes públicos (Legislativo, Judicial, Electoral,
Moral…), haciendo ostentación de que el
Estado venezolano no es de todos, sino exclusividad de ellos, porque
circunstancialmente tienen el presupuesto nacional y la fuerza armada. Por ahora, tienen todo el poder para
imponerse y toda impotencia para hacer un gobierno medianamente presentable,
pues están comidos por dentro por su incapacidad, corrupción y modelo fracasado. De nada sirven cuentos de
guerras infantiles donde los malos quieren derrotar a los buenos “revolucionarios”.
No esclavos sino hermanos. Es el
título del mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz que se
celebra el primer día de cada año. Nos recuerda Francisco que “la esclavitud,
crimen de lesa humanidad, está oficialmente abolida en el mundo”. Sin embargo,
agrega, “todavía hay millones de personas- niños, hombres y mujeres de todas
las edades,- privados de su libertad y obligados a vivir en condiciones
similares a la esclavitud”. En condiciones de esclavos hay millones de
trabajadores, emigrantes, mujeres obligadas a casarse o vendidas sin derecho al
consentimiento, víctimas del tráfico y comercialización de órganos,
secuestrados y encerrados en cautividad por grupos terroristas y otros
obligados como combatientes y esclavas sexuales…¿Por qué en el siglo XXI en
sociedades poderosas hay tanta incapacidad para hacer un mundo más humano? ¿Por
qué la fraternidad, tan cantada y añorada en los días navideños y en los
abrazos de año nuevo, no prevalece y erradica la esclavitud del mundo? El Papa responde: “en la raíz de la esclavitud se
encuentra una concepción de la persona humana que admite el que pueda ser
tratada como un objeto”. “La persona humana, creada a imagen y semejanza de
Dios, queda privada de la libertad, mercantilizada, reducida a ser propiedad de
otro, con la fuerza, el engaño, o la constricción física o psicológica; es
tratada como un medio y no como un fin”. ”Esto sucede cuando al centro de un
sistema económico está el dios dinero y no el hombre, la persona humana”.
Se necesitan políticas concretas
para eliminar las esclavitudes mencionadas, pero se requiere una voluntad
decidida, que no se dará sin una “conversión, que lleve a cambiar el modo de
ver al prójimo, a reconocer en el otro, sea quien sea, a un hermano y a una
hermana en la humanidad”. Sin esta conversión interna, continuarán las
esclavitudes que aportan beneficios a los esclavistas.
De la misma manera es imposible
enderezar nuestro país poniendo el poder por encima de la persona, repitiendo
irresponsablemente insultos y descalificaciones, recalcando que no le importa
ni los desacuerdos ni los sufrimientos de la mayoría, pues le basta la fuerza
que siente tener en sus manos armadas. Esta
manera de hablar y de actuar degrada al Presidente. Las dictaduras
suelen empezar con algún grado de justificación como salvadores de un mal
mayor. Con el tiempo van perdiendo apoyos, se van corrompiendo, se endurecen y
ciegan, aspirando al poder perpetuo, enfrentados a la mayoría del país. El
ciclo se cierra con su caída. Es el camino que está recorriendo el grupo que se
apropió del poder en Venezuela. Es
suicida no reconocer la alarmante situación y negarse a abrir el camino para
las soluciones.
Sólo en espíritu de apertura y de
reconocimiento mutuo entre los venezolanos
produciremos soluciones.
Imposible lograr una Venezuela digna y libre sin fraternidad, ni solidaridad,
ni reconocimiento de los otros. Hacia allá y de modo acelerado deben avanzar
las fuerzas decisivas en el gobierno y en la oposición.
Por: Luis Ugalde
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