lunes, 15 de febrero de 2016

EL INFIERNO VENEZOLANO

No hay agua, porque estamos en plena sequía. Por esta razón hay que recoger el vital líquido y guardarlo en envases de plástico, pero el agua estancada es el caldo de cultivo ideal del Aedes que transmite el virus del Zika y no se consiguen los repelentes ni insecticidas. Hay que guardar comida, porque uno no sabe, pero como la electricidad falla, la comida se echa a perder en la nevera. Para conseguir comida hay que hacer cola a pleno sol, pero como la mayoría de los supermercados están en centros comerciales y ahora viene una restricción de horarios de funcionamiento, el tema de las colas se complicará. Cuando vengan las lluvias, el problema del agua se solucionará, pero entonces las colas ya no serán a pleno sol, sino bajo los aguaceros y la gente comenzará a enfermarse de gripe y medicinas no se consiguen por ningún lado.
Como el sueldo no alcanza para comprar a la vez alimentos y productos de higiene personal, la gente ha dejado de bañarse adecuadamente, esto ha determinado que comiencen brotes de sarna en la población y los hospitales están en estado crítico. Ante la escasez la gente se levanta de madrugada a hacer colas para comprar, pero en el interior la guardia nacional arresta a los que salen a hacer cola de madrugada porque dan sensación de que falta comida. Por la ausencia de medicinas, la gente apela a los que viajan al exterior para que le compren medicamentos al precio del dólar del que no se puede hablar, pero muchas veces en la aduana te las quitan. En Caracas se consiguen mas medicinas que en las farmacias del interior del país, pero no está permitido mandarlas por ningún sistema de envío. El gobierno exige a los productores de alimentos que mantengan abastecida a la población, pero no les entrega dólares para que importen los suministros que requieren para funcionar. No hay pastillas anticonceptivas, razón por la cual nacen mas niños, pero que en algunos hospitales “mueren como pollitos”. Las cifras de inflación no se publican, pero llegan aviones cargados de billetes de 100 bolívares, que cuesta mucho mas de cien bolívares imprimir. Como todo esta muy caro, hay que llevar grandes cantidades de billetes, lo que es una tentación para el hampa en plena expansión. Se le exige a los productores agrícolas que produzcan más y por debajo del costo de producción, pero se le niegan fertilizantes  y semillas. Se recomienda a la población que siembre comida en latas y macetas, pero se regula el suministro de agua. Se le pide a los distribuidores que sean más eficientes en la distribución, pero se le decomisan cargamentos y se les atemoriza para que no tengan productos almacenados. Cemento hay, pero como no hay papel, no puede ser envasado, lo cual afecta a la industria de la construcción. Como los suministros médicos también fallan, algunas operaciones están dejando de hacerse y las que se hacen, muchas veces no pueden seguir los protocolos requeridos. Estamos involucionando en materia quirúrgica. La esperanza en circunstancias difíciles es impulsar la educación, que las universidades mejoren sus sistemas de apoyo a la investigación de nuestras dificultades, pero las universidades no tienen presupuesto. Algunos alimentos regulados se consiguen casi regalados, pero como las penurias económicas aprietan, la gente se dedica a la reventa de comida y la población termina pagando los alimentos a precios exhorbitantes. La gasolina es casi gratis, pero como nuestra industria productora de hidrocarburos esta en crisis, tenemos que importarla de EEUU (nuestro enemigo y causante de todos nuestros males) a precios internacionales para venderla a precios locales. Los economistas y los productores ofrecen salidas a la crisis, pero como son el enemigo no se les presta atención. La oposición gana las elecciones de la Asamblea, pero el resto de los poderes en manos de uno solo la bloquea. Para aumentar la eficiencia, el gobierno amenaza con expropiar, pero una vez expropiadas, las empresas dejan de producir. El gobierno pierde seguidores, pero aumenta sus redes sociales. La única salida sería rectificar, pero al gobierno le resulta menos costoso acelerar rumbo al abismo.
Verdaderamente, el infierno de Dante Alighieri se quedó corto. En el de La Divina Comedia hay tres tipos de pecadores: los incontinentes, los violentos y los traidores, que son los que hicieron mal conscientemente. En estos últimos hay  varias categorías: aquellos de quienes se tiene confianza, los traidores de las las instituciones y los traidores de la patria. Saque usted sus propias conclusiones, amable lector y medite seriamente, no abandone toda esperanza y como el colibrí, llene su piquito de agua y ayude a apagar este infierno en el que estamos envueltos todos.


Por Laureano Márquez

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