Una mala palabra recorre el la
Asamblea Nacional: “puntofijismo”, “puntofijista”. “Ha vuelto elLaureano_
puntofijismo”, dicen los partidarios del oficialismo, anunciando el
advenimiento de Satanás. La palabra se ha convertido en un insulto, en una
manera de descalificar. La gente ni siquiera sabe qué es el pacto de Punto
Fijo, por qué lleva ese nombre, dónde se firmó, quiénes lo firmaron, pero nadie
quiere ser tildado de “puntofijista”, nadie quiere ser tan vil. Chávez dijo
alguna vez que el “puntofijismo” era la maldad fundacional de la también
bautizada por él como IV República y bastó y sobró.
Después del Acta de Independencia
el Pacto de Punto Fijo es el documento político más importante que se ha
firmado en el país. Fue un acuerdo para la consolidación de la democracia luego
de las diferentes dictaduras que padeció el país. Venezuela no había conocido
la democracia, ni el voto universal directo y secreto (salvo con la elección de
Rómulo Gallegos y antes de él, Yolanda Leal, una miss que fue escogida también
por el pueblo, así comenzó la democratización de la belleza -toma nota, querido
Osmel-). El país salía de 9 años de dictadura con asesinatos, torturas,
cárceles y exilios. Los factores políticos del momento: AD, COPEI y URD (el
Partido Comunista no lo firmó) suscribieron un acuerdo para la gobernabilidad
del país, pensándolo más allá de sus egoísmos personales y de las cuentas
pendientes que todas estas fuerzas arrastraban del pasado. Pensaron que era
necesario hacer un sacrificio común, un pacto que colocara a Venezuela y su
democracia por encima de las ambiciones egoístas porque se dieron cuenta que
para gobernar un país, primero debe haber país que gobernar y acuerdos sobre
normas y principios. Es muy difícil reinar sobre ruinas.
¿Qué encontramos en el Pacto de
Punto Fijo? Expresiones como:
“inteligencia, mutuo respeto,
cooperación, tregua política, ponderación comprensiva, afirmación de la
República, organización de la Nación venezolana, libertad efectiva del
sufragio, gobierno de unidad nacional, programa mínimo común, espíritu de
unidad, sinceridad política, equilibrio democrático, honestidad administrativa,
constitucionalidad estable, convivencia interpartidista…”
Fue un momento muy lúcido que
hizo de Venezuela una tierra de promisión y esperanza por muchos años, amén de
una de las pocas democracias estables del continente. De este acuerdo, de las
palabras que se asumieron con “sinceridad política”, en cierta forma, venimos
nosotros los que aún no habíamos nacido, de la convicción de unos líderes que
entendieron con torturas, persecuciones y dolores, que solo los acuerdos hacen
funcionar a las naciones.
¿No será que estamos necesitando
con urgencia un nuevo Pacto de Punto Fijo, con perdón de la mala palabra?
¿Serán capaces nuestros líderes
de tener la grandeza suficiente para pensar en el venezolano que está en el
vientre de la señora que esta mañana hizo varias horas de cola en el mercado
buscando desde ya pañales?
Venezolanito que vienes al mundo
te guarde Dios.
Por: Laureano Márquez
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