Querido huevo:
Sé que es como extraño escribirte una carta a ti que eres tan
ensimismado, pero la presente es para despedirme. Entre las cosas que se lleva
el huracán revolucionario, te tocó a ti
esta semana. Es una pena, porque uno se había encariñado desde niño contigo. En
la mañana, ¡cómo resolvías un desayuno! Muchas señoras vivían de hacer tortas y
venderlas, pero es lógico que el
gobierno quiera también el monopolio de las tortas. Adiós a las tortillas francesas, a las panquecas
y a tantas otras cosas de la que fuiste durante tantos años fiel compañero.
Muchos especialistas hablan de tus
propiedades, yo prefiero omitir este punto no vaya a ser que alguien diga
también: “¡exprópiese!”. Pero es
menester señalar que mucha gente te acusa de que tu yema tiene colesterol y eso
te hace sumamente peligroso. Sin embargo
personas con conocimiento y autóritas, como el Dr. Martins, han salido
en tu defensa. Él afirma que tu colesterol es un mito, que todos los estudios
que sobre ti se han hecho –no sé si sabias que te estudian- revelan que el
colesterol tuyo es insignificante en la sangre. Por el contrario, eres (o eras,
mejor dicho) una fuente de proteína de alta calidad importante. Escribiéndote esta carta me enteré que
también tienes en tu composición
“colina”, como el cantante, algo que es bueno para el cerebro. Quien
quita que detrás de esta guerra huevática se esconda una intención perversa de
embrutecernos más.
Que lejanos se ven aquellos tiempos en los
que Claudio Nazoa incitaba a tu consumo diciendo “¡No coman cuento, coman
huevo!”, lo que le valió el mote que hasta hoy le acompaña de “el come huevos”.
Esta semana todos te hemos buscado con desesperación, quizá por el afecto que
te tenemos (bueno y también porque la gente sabe que este gobierno es un rey
midas al revés y que te sale privativa de libertad), la gente no quiere tenerte
lejos en esta Navidad y el gran problema que tú tienes es que no eres
bachaqueable, porque me vas a perdonar y no te ofendas: tú has sido siempre muy
delicado.
Yo te evoco en este adiós en las manos de
mi madre mezclando a media familia tuya para preparar una tortilla española.
Ella batía primero las claras, para que agarraran una consistencia que le diera
cuerpo a la tortilla, luego las yemas y después las papas fritas en cuadritos y
el perejil picado (los canarios le ponen perejil a la tortilla). Si mi madre
viviera también te extrañaría. Mis tíos también: los recuerdo de niño bebiendo
en el desayuno un vaso corto de vino Sansón con una yema
tuya cruda dentro (¡guácala y
recontraguácala!). Yo no sé cómo podían hacer eso. Recuerdo también que la
señora Odila le ponía huevos a las hallacas que alimentaban nuestras navidades,
porque ella es andina. Este año sus hallacas, en caso de que el presupuesto
alcance, serán centrales. Es que hasta las tradiciones se perderán con tu
ausencia. Recuerdo unos carnavales en los que tu caíste de no sé donde sobre mi
cabeza. Ese día te odié, pero no sé que tienes que uno siempre te perdona y se
reconcilia contigo. Como no recordar también en esta carta de despedida, a los huevos sancochados con los que
acompañabas los viajes a la playa y las
ensaladas y que dieron origen a aquella memorable frase que uno usaba para
decirle a un amigo que estaba equivocado: “estas más pelado que huevo
pa’ensalada”. Otra cosa: hasta numéricamente nos cambias el horizonte, porque
nadie negará que la palabra docena parece haber sido establecida por la
providencia para medir los huevos.
La única esperanza que me queda en esta despedida, querido huevo, es la
fuerza de tu poder simbólico. En la tradición occidental eres emblema de
creación, nacimiento, material
originario de las cosas que da a luz toda vida. Quiera Dios que tu ausencia,
justo en estos tiempos electorales, sea
solo preparación de un retorno radiante en el que vuelvas con la
redención que los venezolanos deseamos, con
la luz que anhelamos brille nuevamente cuando esta pesada sombra pase,
para darnos vida buena en abundancia para todos.
¡Adiós panita huevo, vuelve
pronto!
P.S.: no te abrazo porque te
quiebro.
Por Laureano Márquez
@laureanomar
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