El pasado primero de julio Nicolás Maduro volvió a sus andadas en las
que se ratifica que su paso como canciller de Venezuela fue otra de las medidas
arbitrarias que tomó en su momento quien representa el mayor accidente social,
político y militar que ha tenido Venezuela en sus años de historia republicana.
Mientras países como Irán, China y Cuba que por años han visto a Estados Unidos como
enemigo o como comodín para justificar la desgracia de sus pueblos, hacen
acuerdos que van desde resolver la coyuntura nuclear, mejorar relaciones
comerciales y abrir embajadas que mejoren sus relaciones diplomáticas, Maduro
deja plantado al senador estadounidense
Bob Corker con quien tenía una reunión programada con días de anticipación.
La razón de la infausta decisión
fue porque a Nicolás Maduro le molestó el hecho que se filtrara la información
sobre el encuentro del gobierno con el funcionario norteamericano, ¿que se
quería ocultar?. El plantón a Bob Corker
abre un abanico de interrogantes sobre los temas de la frustrada reunión.
Nada ha cambiado en la forma de
actuar del régimen forajido de Venezuela, se maneja entre el secreto y la media
noche en la que se ejecutan todo tipo de acciones, allanamientos, robo de elecciones, decisiones judiciales,
reuniones secretas en las que seguramente los personeros del régimen tratan
asuntos que garanticen su tranquilidad y
el respeto a las fortunas mal habidas en lugar de la paz y la libertad del
país.
Mientras el mundo viaja
aceleradamente hacia el futuro, Venezuela se dirige al pasado conducida por un
chofer de autobús con licencia de conducir comunista; el viaje hacia ese
destino solo será detenido por sus pasajeros.
Cnel (GN) Antonio Semprun
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