lunes, 29 de junio de 2015

¿POR QUÉ VENEZUELA, NO VE SU DESTINO?

“En el socialismo y sus modelos similares, la ignorancia y el vicio viajan tan lento que pronto serán alcanzados por la pobreza y la desesperación”.

“El pueblo generalmente quiere el bien, pero no siempre lo ve.”  (Maximiliano Robespierre)
 “En 1829 los enérgicos yankees podrían abatir y reemplazar a los flojos y degenerados mexicanos, quienes eran incapaces de progresar”  (Carlos Marx)


Estas frases introductorias nos dan una idea de que el problema de los pueblos en Latinoamérica, sigue siendo el de alcanzar la felicidad y el bienestar sin ningún esfuerzo ni sacrificio, de allí que la  gente prefiera un gobierno repleto de promesas que nunca llegan, pero que los llenen de esperanzas.

Esa dicha se alcanzaría supuestamente, cuando de una forma mágica e inminente una acción política salvadora, le quite todo lo que nos hace falta a ese alguien o cosa perversa que lo posee todo, incluyendo esa misma esperanza.

Esa forma de gobierno ideal que siempre es prometido una y otra vez, se desvanece cuando el uno, agobiado por saber cuándo llegara ese día y el otro hastiado de sortear tantas exigencias, repentinamente  advierten de que esa esperanza ha sido remplazada por la opresión y el desprecio.
Una vez que se produce ese cambio, el de la esperanza por la fuerza, se modifica la actitud del genuflexo y del pobre de espíritu, que confundido aspira entonces a ablandar con la sumisión y su gesto mendicante el corazón del  opresor, inspirando el más detestable de los sentimientos “la lástima”.

Las negociaciones truculentas a espaldas del pueblo laborioso y honrado, la falsedad de las ideologías  salvadoras, la ambición por el poder y la codicia del dinero, han entrampado a las sociedades latinoamericanas en un túnel cuya salida no se dirige a la luz, sino a la desembocadura de un precipicio.

La política en nuestra región pareciera tener como conducta, la de plegarse a las circunstancias, malversar sin vacilaciones, golpear sin piedad, mentir sin titubeos y traicionar sin remordimientos. Descalificar a los honestos y abrazar a los corruptos. Echarse, en suma, los prejuicios  a la espalda.

El diputado del oficialismo, Jesús Farías, sorprendió al declarar:

“Que el modelo económico venezolano  actual es rentista, está en franco retroceso y lleno de contradicciones. Además posee un atraso productivo severo, por lo que hay que incentivar la producción a fin de evitar el exceso de importaciones”.

En Venezuela, una vez más el fracaso del proyecto político es completo. En lo moral, en lo económico, en lo social. No se oye por ninguna parte otra cosa que no sea el griterío de la desesperación de todas las clases, unos acompañados de obscenidades y tumultos de anarquía popular, los otros rumiando su frustración en los clubes, restaurantes y reuniones a la espera de un nuevo “Salvador”.


Por: César Guillen Citterio 

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@Mivzlaheroica