miércoles, 10 de junio de 2015

EL PETRÓLEO EN TIEMPOS DE REVOLUCIÓN

La última reunión de la OPEP concluyó con un acuerdo para mantener los niveles de producción. Con esto, las aspiraciones del gobierno venezolano de convencer a la Organización de reducir las cuotas se vino al suelo.

Desde 1982 -cuando por primera vez la OPEP  recurre a la aplicación de cuotas para provocar aumentos en los precios- los recortes se habían transformado en una política habitual de cartel. Esa política parece por los momentos haber llegado a su fin, porque se han producido cambios estructurales en el mercado petrolero.  La nueva política de la OPEP consiste en conservar mercados y los productores más ineficientes, con mayores costos o con práctica de mercado más irracionales llevarán las de perder.


La voz cantante la llevan  Arabia Saudita y los miembros árabes del Golfo Pérsico.  Son mayoritariamente sunitas, una rama del islam históricamente enfrentada por razones religiosas a los shiítas, que representan el 95% de la población de Irán.

Venezuela siempre se había declarado neutral, no sólo en todos los recurrentes conflictos del Medio Oriente, sino en el enfrentamiento religioso entre los miembros islámicos de la OPEP. Esa posición, cargada de prudencia y beneficios, fue abandonada por el régimen. El actual gobierno tomó partido del lado de Irán, inmiscuyéndose en un conflicto que surge cuando en el año 680 de la era cristiana Hussein, nieto de Mahoma, es asesinado en Karbala. Desde ese entonces sunitas y shiítas se han odiado apasionadamente.

En años recientes, Irán emprendió el desarrollo de un programa nuclear. No sólo Israel, sino también Arabia Saudita y las demás monarquías teocráticas del Golfo Pérsico están convencidas de que los iraníes están desarrollando armas atómicas. Esto llevó a los EEUU y a Europa a aplicarle sanciones que han golpeado duramente la economía iraní y han dado lugar a una fuerte caída en la producción petrolera de ese país.

Pero ahora, bajo el mandato de Hasan Rouhani – más moderado-  las negociaciones con Irán parecen marchar por buen camino, lo cual le permitiría al país persa retomar su producción petrolera.

Arabia Saudita desconfía de los iraníes y no luce dispuesta a hacer nada que pudiese ayudarlos. En ese mismo paquete meten hoy en día a Venezuela.

En anteriores reuniones de la OPEP, Venezuela e Irán –conocidos como los halcones- exigían un recorte en los niveles de producción para propiciar un aumento en los precios del petróleo. Ahora Venezuela se quedó sola y su importancia dentro de la Organización ha disminuido radicalmente. Irán le está pidiendo a la OPEP un aumento de su cuota, ya que se apresta a incrementar su extracción petrolera.

Arabia Saudita tampoco está dispuesta a permitir un recorte en los niveles de producción porque está convencida de que eso redundaría en beneficio del fracking. Adicionalmente, consideran los sauditas que un aumento del precio del petróleo inducido por vía de recortes de producción afectaría en estos momentos de manera negativa  la débil economía mundial y en consecuencia también la demanda del producto.

Lo cierto es que tanto Arabia Saudita como los demás productores árabes del Golfo se habían preparado para una situación como esta y contaban con fondos que ayudarán a estabilizar sus economía ante esta crisis. No es ese el caso de Venezuela.

Aunque al-Naimi, ministro de petróleo de Arabia Saudita sostiene que la demanda está aumentando y que ello contribuirá a fortalecer los precios, en los mercados surgen noticias inquietantes: inesperadamente la economía estadounidense –el mayor consumidor mundial de petróleo y que hasta ahora venía creciendo moderadamente- experimentó una leve contracción del 0,7% en el primer trimestre del 2015.

A pesar de lo anterior, la producción petrolera estadounidense no ha caído como se esperaba, lo cual ha llevado a que la reserva estratégica de petróleo de ese país haya alcanzado sus mayores niveles históricos. Algunas cifras muestran que EEUU ha pasado a ser el principal productor mundial de petróleo.

Al analizar la decisión de la OPEP de mantener sus niveles de producción, la intención de Irán de incrementar la suya, la desaceleración de la economía China, la inexistente recuperación de Europa, el enfriamiento de las economías latinoamericanas y en particular de Brasil (su peor momento en 25 años), la debilidad de la economía global  y otros factores igualmente indicativos, se concluye que existe la posibilidad que el próximos meses los precios del petróleo puedan retroceder.

Aunque no retrocedan, una cosa es segura, por ahora los precios ya no volverán a alcanzar los niveles de los últimos años, ya que el “fracking” parece haberles puesto un “techo”. Más allá de los setenta dólares la producción petrolera vía esta tecnología se incrementaría rápidamente.

Todo esto parecen ser malas noticias para el gobierno de Venezuela que en este año electoral necesita desesperadamente del oxígeno de los precios de un producto que aporta el 96% de los dólares que recibimos. Ningún otro país de la OPEP desperdició tantas oportunidades y ningún otro está tan mal preparado para enfrentar esta crisis. Es el miembro de la Organización cuya economía y cuyas reservas internacionales menos han crecido en los últimos tres lustros, con el mayor déficit fiscal, además de padecer una inflación que J.P.Morgan considera llegará al 175% y un PIB que el FMI estima caerá en un 7%.  Cosas de la revolución.


Por José Toro Hardy/@josétorohardy

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