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“La gente que estuvo en el poder
no construyó instituciones, las destruyó, y al
destruirlas estás destruyendo todo. Es como un palomar donde las palomas
se meten, y ponen un huevo, y crían sus pichones hasta que
salen, y vuelan, y regresan… nosotros los venezolanos desde chiquitos
destruimos el palomar y nos quedamos en
el aire. Chávez lo que hizo fue sentarse en los escombros de lo que era la institución venezolana que ya
todos habíamos ido destruyendo por
intereses, grupos de poder, abusos excesivos, bipartidismo…”. El vicealmirante
Mario Iván Carratú Molina contó su experiencia como jefe de la Casa Militar durante el segundo mandato
de Carlos Andrés Pérez. Vio infinidad de
situaciones de toda índole y no duda en mencionarlas con nombres y apellidos. “Cuando llegué me
encontré que el ecónomo del Palacio se
robaba la gasolina, el periódico y la comida, lo denuncié: nada; conseguí una pareja haciendo el amor en un escritorio:
no los botaron; hice una información
cruzada con Disip, PTJ y Guardia sobre el personal del Palacio con antecedentes y había 400 referidos
policialmente, se lo llevé al presidente:
¿Qué es esto? La seguridad entra por casa, aquí hay una cantidad de
gente que miren lo que son… No quiso
limpiar todo eso, tampoco me dejó. ‘¡No
almirante, tenemos que botar a todos!’ 400 personas y no se tocó a uno.
Estoy dando pinceladas. Un Alto Mando Militar en el que cada quien iba por
su lado. El presidente reunía al
Gabinete de Seguridad, que eran todos los
militares, todas las policías, los ministros del área de seguridad y
algunos agentes de inteligencia que
tenía, después que Pérez decía: ‘Bueno, Izaguirre – que era el ministro de
Relaciones Interiores– los dejo para que usted se encargue’. Y en lo que se iba el presidente
se paraban los ministros y se iban, los
generales no se hablaban: el de la DIM no le hablaba al de la Guardia, el de la Guardia tenía peos con el comandante de
la Armada, el de la Armada con el ministro de la Defensa, el ministro de la
Defensa manejando sus intereses… ¿Cómo
un presidente puede gobernar así? Sin dejar de mencionar que en el consejo de ministros, que eran
catorce, de los cuales seis eran
técnicos, Miguel Rodríguez y su grupo, habían representantes del grupo
Jirahara, del Grupo Roraima, del Grupo Santa Lucía y del Grupo Cisneros.
Pérez daba instrucciones,
asignaba tareas, y salían o no salían, porque todo dependía de los intereses de cada grupito. La
primera reunión que Pérez tuvo con los
dueños de medios en Miraflores, durante mi presencia, yo tenía como
una semana en el cargo, él me llama y me entrega una lista de los que
van a entrar a esa reunión con él; me
dice: primero entran los que tiene el signo más, en el segundo grupo entran los que tienen el
signo menos, y el resto en el tercer
grupo. Yo agarré eso, me lo metí en el bolsillo, y llamé a un edecán: este es
tu trabajo, primero van estos, pásalos al salón Pantano de Vargas y me avisas. Cuando me dice que estamos voy a
buscar al presidente, cuando vengo con
él entrando al salón, Pérez no entra, se devuelve: ‘¿Qué vaina es esta almirante? ¿Usted no cumple mis órdenes? ¿Qué
le dije yo? ¿Por qué está Marcel sentado con Cisneros juntos? Yo los puse
separados, porque tienen una guerra
entre ellos y quieren que el gobierno se meta en la guerra y yo no acepto eso, sáquelos’. Tuve que sacar a
Marcel y a Cisneros. ¿Qué pasó con el edecán? Billete, billete, ahí toda vaina
era así”.
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Las quejas de aquellos días no
eran pocas, tanto foráneas como internas. “Me
encontré que a nivel de los edecanes había unos que estaban cuadrados
con Cecilia Matos y otros con la primera
dama. Los reuní a todos y se los dije:
el que me meta un chisme aquí lo saco. A
Paredes Niño, que era subjefe de la Casa
Militar, un bandido, le dije: o te acomodas o te saco; le metí cinco días de arresto. Si tú arrestas a un coronel, ese
no llega a general… el carajo llegó a
general de división y comandante de la Fuerza Aérea, ¿quién lo puso?
Alfaro Ucero con Caldera. Repito: ¡Putearon la Fuerza Armada! Yo recibí en
total 800 coroneles en audiencia privada conmigo y le metí 150 militares al
presidente en audiencia privada, los viernes, escogidos por mí, y no eran
generales, eran tenientes, sargentos y suboficiales, puros hombres jóvenes para que hablaran con él. Les hablaba un
minuto. Se lo decía: Presidente hable con los oficiales, usted es el comandante
en jefe, el civil no tiene idea de lo que es ser comandante en jefe, por eso el
militar se resiente, porque el comandante en jefe no es tal, los maneja
políticamente. El presidente es líder
del Poder Ejecutivo, presidente de la república y comandante en jefe, tienes
tres sombreros y tienes que ejercer los tres, para eso eres presidente, para
eso te elegí. Los presidentes confunden
esa vaina y creen que es una sola, y manejar la institución militar es una
pelota de fútbol pero con espinas, que si le das mal, te la clavas esa vaina;
no saben manejarla porque no conocen el pensamiento militar. Gobernar es una
vaina muy grande y por eso es que yo dudo que estos pibes María Corina,
Henrique, logren gobernar a Venezuela en
estas circunstancias, nosotros con esos carajos vamos a un barranco más grande”.
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Carratú asegura que el escenario
en Palacio era un verdadero saco de gatos del cual “el presidente no se daba
cuenta. Pérez entraba al palacio de Miraflores a las cinco de la mañana, yo lo
recibía a esa hora, y se iba a la una de la mañana o se quedaba durmiendo, lo
cual hacía con frecuencia. Generalmente dormía en la suite presidencial, donde
lo hacía en una hamaca, él ahí no dormía en una cama, ese era un cuarto sin
muebles, un escritorio, una caminadora para hacer ejercicio, una camilla para
masajes, y una hamaca”. Revela el almirante que en los hoteles Carlos Andrés
Pérez rara vez dormía en las camas. “Muchas veces dormía en el piso, no dormía
en la cama de la habitación. El presidente Pérez era un hombre muy particular y
yo de rechazarlo en el año 1990, cuando me llamó, a admirarlo antes de su
muerte, es un trayecto de identificar lo cochino y falso de la sociedad, lo
circunstancial de los hombres que integran ese entorno, el cinismo político,
ahí uno dice: coño si este es el poder ¿qué queda para el resto de los
venezolanos? Y por eso estamos en esto. En ese tiempo el bipartidismo desplazó
al Estado; Gonzalo Barrios era el piache que hablaba los domingos y entonces la
agenda política y todo lo que era el país lo decía él, que no era presidente.
Igualmente Alfaro Ucero, igualmente
Caldera, y lo mismo con Teodoro Petkoff y José Vicente, eran los polos que
marcaban el rumbo. El Estado era una figura tenue que flotaba sobre la cabeza de todos nosotros. Si
tratabas de ver al Estado, no lo conseguías; conseguías a un partido, una figura
pública, un general, un jurista famoso, pero al Estado no. El venezolano
siempre estuvo esperando: ¿y dónde está el Estado? ¡No había! Fue desplazado
por las corrientes políticas y los intereses, el bueno era sacado, estaban
construyendo una institucionalidad de bahareque, que cualquier animalito se lo
come, acaba con eso. Chávez fue un comején, acabó con lo que estaba, con lo que
habían ido destruyendo toda la gente que estaba pasando factura desde 1945,
empezando por Uslar Pietri. Desde el 45 Venezuela soportó, y soportó, y soportó
hasta que cayó, por eso es que Venezuela tiene que ser reconstruida con nuevos
hombres y nueva orientación política, con vocación ciudadana. En Venezuela no
hay ciudadanos, en Venezuela hay residentes, oportunistas, vejados,
desplazados, ignorados, pero ciudadanos no. Necesitamos ciudadanos. Nos
acostumbraron a ser obsecuentes con el poder, y cuando tú ibas a votar votabas
pero por lo mismo, o por una opción de trabajo, o por una opción de militar,
pero no para gobernar un país, esa fue la tremenda equivocación de nosotros los
venezolanos, no votamos para gobernantes sino para oportunistas que llegaron al
poder”.
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Revela el militar retirado que su
respeto por el ya fallecido presidente Pérez no está exento de reconocer los
errores que aquel cometió. “Estoy
diciendo las vainas que son, como yo las viví, yo no digo mentiras ni hablo mal
de nadie tampoco, lo que te cuento es lo que viví. ¿Los problemas de Pérez? Su
doble vida familiar, ese fue el peo. Yo le dije, divórciese presidente. ¿Cómo?
Sí, su conducta afecta a todos los que estamos aquí, porque es la primera dama
con su grupo y Cecilia Matos con su grupo y nosotros estamos en el medio. El
ambiente que lo rodeaba era un infierno, un revoltillo de intereses y de
presiones y de chismes; cuando te oponías a uno te jodían por aquí y cuando tú
favorecías a este te caían por allá. Él reconocía sus propios errores y luego,
cuando ya estaba exiliado acá en Miami, me decía que había cometido errores
desde pequeño, él me lo decía: ‘Yo cuando tenía 15 años no estudiaba y me iba
para la calle a hablar de política,
después me di cuenta de la falla de no formarme, por eso es que después cuando
fui presidente por primera vez apoyé tanto las becas Mariscal de Ayacucho,
porque si no te formas no puedes dar todo lo que puedes’. El presidente Pérez
me fue contando muchas cosas en los momentos de soledad cuando presidente y
después cuando yo venía aquí, invitado por él todos los años y caminaba con él
por la playa; yo lo que hacía era escuchar. Él nunca se quitó la espina de que
no lo tumbaron los militares, lo tumbaron los políticos y empresarios a quienes
él ayudó a construir fortuna y riqueza, en quienes él creyó que estaba
ayudándolos para hacer un mejor país, y
esas mismas personas fueron los que lo tumbaron y acabaron con Venezuela. La
doctora Hildegard Sansó es una bandida”.
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Dice que el 4 de febrero no lo
agarró por sorpresa. “Se sabía. Los sistemas de inteligencia venezolanos
estaban controlados por los militares rebeldes y por los generales y
comandantes militares que sabían que había una conspiración y estaban
conspirando con empresarios, con los copeyanos, con los adecos y con los dueños
de los medios de comunicación. Los medios de comunicación hacen la influencia
de la opinión pública de uno u otro lado, para bien o para mal. Cuando llegué a
Casa Militar los oficiales comenzaron a decirme: aquí hay un malestar creciente;
también veía como los periodistas que cubrían la fuente de Miraflores decían
cosas que eran mentiras. Yo decía: pero esto no es lo que dijo el
presidente. Periodistas a los que mandé
con su familia de vacaciones para La Orchila, o periodistas a los que Pérez les regaló carros de agencia.
Es más, en la dirección de administración del Palacio de Miraflores había una
pared que hacía esquina en forma de ele donde los fines de mes había bolsas con
dinero, cada una tenía el nombre de los periodistas y cada uno llegaba y sacaba
su bolsa y se iba, yo los vi, no fue que me lo contaron, ¡los vi! Por eso
cuando yo veo periodistas que se la tiran de honestos y serios, me pregunto: ¿y
esos carajos que iban ahí, a qué iban? Yo le llevaba plata a muchos dueños de
periódicos del interior, yo se los llevaba, paquetes de billetes. ¿Uno de
ellos? Esteban Pineda, el de Panorama, jalabola de Pérez, metido en Miraflores
todo el tiempo, chismeándole al presidente Pérez, después el carajo se hizo
chavista. ¿Entonces? Esa es una vida de circo, el centro del poder es un circo
donde tú ves payasos disfrazados pero no identificas quiénes son esos carajos,
esa es mi experiencia personal y por eso es que lo digo, por eso es que me
tienen arrechera. Hay gente que no dice las cosas porque son parte del
problema, son parte de los intereses en juego,
una sociedad política es un conflicto de intereses es lógico y
entendible, cada quien quiere ocupar espacio, pero cuando tú ocupas espacio y
desplazas la institución desplazas la estructura de Estado, tú estás
derrumbando el Estado, estás derrumbando
la estructura política de la Nación y eso no se puede tocar, es como si
tú tocas las bases de un edificio. ¡Se te cae el edificio! En Venezuela no hay
ética de gobierno, no hay ética de
Estado”.
6
El chorro de frases es un mar de
leva que va arrasando con todo a su paso: “Se sabía que venía algo raro, los
grupos de inteligencia no funcionaron porque estaban controlados por los
conspiradores, quien alertó al presidente Pérez fue el general Heinz Azpúrua,
quien era director de la Disip. El 6 de enero del 92, le dijo: ‘Presidente aquí
está en este sobre el informe de la
conspiración en el Ejército, yo soy militar, pero soy el director de la Disip y
no tengo acceso al Fuerte Tiuna, aquí tiene’. Y se lo entrega a Pérez en mi
presencia. Pérez agarra el sobre y le dice a Ochoa Antich: ‘Ministro,
encárguese de esto, a mi regreso hablamos, estoy cansado de estar oyendo vaina
de ruidos de sables y conspiraciones, yo quiero acabar con esto.´ Entre una cosa y otra nos vamos para Davos en
un avión de Siwssair y al regresar en el aeropuerto estaba Ochoa: ‘Bueno
presidente los mismos rumores de siempre…’ Lo paró en seco: ‘¡Móntese en el carro!’, y le forma tremendo
peo. Nos vamos a Caracas, el presidente se va a Miraflores y yo a mi casa en
Macaracuay, cuando me avisan que hay unos tanques disparándole a La Casona
(residencia presidencial), me paré, me vestí y me fui al Palacio. Cuando llego
a Miraflores está Pérez en la oficina con Ávila Vivas y Alfaro Ucero, y es
cuando me entero de que los tanques de guerra estaban en la calle desde las
diez de la mañana del 3 de febrero y nadie hizo un coño, ¡nadie!, diez horas
las tropas en la calle y nadie dijo nada. Cabronería de las policías,
cabronería del Mando Militar, cabronería de los medios de comunicación, todos estaban complicados, pudo más el deseo
de tumbar a Pérez, empresarios en su manía de tumbarlo, los medios de
comunicación en su vaina para tumbarlo y no se daban cuenta de que estaban
acabando con el único líder político que había, ¡no había más! Lo cierto es que en medio de aquel
zafarrancho me doy cuenta de que el presidente está solo. Cuando decidimos
salir del Palacio ante el asalto inminente de los rebeldes ¡no hay carros! Los
carros de la caravana presidencial estaban inoperativos, ¡no tienen llave!, me
traen un carro negro. Les pego cuatro gritos y me acuerdo que había un carro
LTD cuerpo ancho blindado, que estaba asignado a Jaime Lusinchi que se estaba
reparando, ‘¡Tráeme el carro de Lusinchi!’, y me lo traen, pongo un chofer, voy
a buscar al presidente cuando vengo no
tengo chofer, ¡el chofer se fue pa´l carajo! Agarro un guardia: ‘Tú metete,
maneja el carro’, ‘Sí almirante’, metí a un soldado atrás, metí al jefe de escolta civil, que era un hijo de
Erasto Fernández, y al presidente; adelante íbamos el chofer, Ávila Vivas y yo,
y salimos. Yo no sé quien salió a
inventar esa zoquetera de un Maverick verde y de que habíamos estado escondidos
en un hotelito del frente de Venevisión. Eso es mentira, ganas de hablar
pendejadas de algunos que todavía andan por ahí. Éramos seis personas, sin escolta, esos nada
más, salimos vía Baralt hacia arriba y cuando íbamos por el seminario me
comuniqué con Venevisión y le dije al comisario Efrén, el jefe de la escolta
civil de Cisneros que necesitaba hablarle al país, me dice: ‘Cómo no, vente y
te saco en cinco minutos’. Él no sabía que iba con Pérez, y la primera dama que
me tenía idea había estado llamando y diciendo que el jefe del golpe era yo,
así que el hombre de seguridad creía que yo iba a hablar porque era el jefe del
golpe… Él no sabía que yo llevaba al presidente Pérez. Cuando llegamos a
Venevisión me bajé del carro, me puse delante, con una ametralladora que tenía
conmigo, arriba en la azotea estaban los
escoltas armados con fusiles, les dije: ‘Traigo al presidente Pérez, ábranme la
puerta’. Me abren y entré corriendo con el presidente y lo llevamos a la
oficina de Cisneros: vacía, no había ni un lápiz, ni un papel, ¡nada!, ni papel toilet en el baño… Ese es el
discurso presidencial más arrecho que yo he escuchado en Venezuela, ese
discurso sin papel, en una crisis, tumbado, porque estaba tumbado y el carajo,
con gran aplomo, se dirigió a las Fuerzas Armadas: ‘Les ordeno regresar a los
cuarteles…”
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Revela Carratú que en las horas
posteriores conminó al presidente a destituir al Alto Mando Militar, también
narró lo que vio al día siguiente: “En la mañana, las elites políticas
venezolanas fueron a Miraflores a pedir perdón por Chávez, para que lo soltara,
la Iglesia Católica, los adecos, los
copeyanos, los empresarios, los medios
de comunicación, excepto Caldera que no fue, todos fueron a pedir por Chávez,
incluso el ministro Ochoa. En el Palacio se habíanmetido conspiradores en todos
lados, había policías, edecanes complicados, de toda vaina, ese blindado que
aparece entrando al Palacio Blanco fue filmado por el general Müller Rojas y un
Azpúrua cineasta, ellos sabían la vaina, y fueron a hacer esa toma que fue
preparada por ellos para ponerla a rodar de inmediato, y el primero que lo tiró
al aire es Marcel Granier por Radio Caracas Televisión al mundo, ¿entonces mi
hermano?”. Fueron horas que se convirtieron en días, y estos en semanas, y
estas en meses en las que el vértigo era cotidiano. “A Uslar Pietri lo mandaron
a allanar y vino Beatrice Rangel: no lo allanen yo me encargo de eso. Se sabía
que la conspiración era en la casa de Uslar Pietri, con Burelli Rivas, con
Vivas Terán, Mario Moronta; también se reunían en una casa entre Prados del Este
y Cumbres de Curumo, en la casa de Contreras Laguado”.
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Es mucha el agua que ha visto
pasar bajo el puente, afirma que tiene sus canales de comunicación con las
actuales fuerzas armadas y vaticina un desenlace que pasa por un gran acuerdo
nacional para reencauzar al país. “Las Fuerzas Armadas nuestras están
destruidas, nosotros no tenemos capacidad de defensa, no tenemos defensa
interior, que es lo que tiene que preocupar al ciudadano, porque la defensa es
la defensa militar, pero la defensa interior es el aporte de las Fuerzas
Armadas al control interno a través del poder civil, que es el presidente. Pero
eso no existe, Chávez lo acabó, la institución es una guardia pretoriana del
gobierno, una guardia represiva, corrompida porque el gobierno es corrupto, una
mafia de bandidos en el poder y ahí todo el mundo se cuadra. Si el militar
percibe que la sociedad está organizada y percibe que hay una componente ético
en la dirección de esa sociedad, el militar cambia mentalmente y se orienta.
Por supuesto que hacen falta otras variables, pero sobre todo que el militar
perciba que hay un cambio ético en quienes dirigen o van a dirigir el país. Eso
no se ve, nadie lo ve. En las fuerzas armadas están viendo que vamos a un
conflicto interno, a una revuelta, a una expresión civil espontánea por hambre,
porque ya la ideología bajó de aquí (se señala la cabeza) al estómago. Ellos
están viendo que viene un problema nacional inmanejable y vamos al caos, en el
caos el militar tiene la obligación de
intervenir, para bien o para mal. El militar sabe que viene un problema
y está tratando de que no se presente porque le va a caer en las piernas, la
ecuación en Venezuela pasa por el militar, pero resulta que el militar no
quiere ser parte de la ecuación. Sin embargo, va a caer en eso y no está
preparado. ¿Qué veo? Viene una ruptura en Venezuela, por fuerza, en la cual
podríamos perder territorio, ya estamos perdiendo la Guayana Esequiba y podemos
perder el Golfo de Venezuela, que son las ambiciones de Colombia”.
9
Está convencido de que la casta
política-castrense que han creado Diosdado y Maduro va para fuera. Aspira a que el ciudadano tenga confianza de
lo que va a hacer el mundo militar: “Tenemos que raspar, limpiar todo en el
momento que corresponda, no empezando pero en la medida que se desarrolle
tendremos que ir purgando la institución militar, traer militares viejos,
retirados, incorporarlos, dos, tres años, cuatro años y después que se vayan,
pero que ayuden a reconstruir, y rescatar a la institución. Tiene que ser un borrón y cuenta nueva en las
fuerzas armadas, hay que restructurarlas. El militar tiene que aprender a
respetar al ciudadano y a trabajar para los ciudadanos, porque a nosotros nunca
nos formaron así, yo nunca recibí una clase de derechos humanos, nunca. Hemos
llegado a un punto en el cual el pueblo no cree en las instituciones ni en los
funcionarios públicos, eso hay que reconstruirlo. Tú no construyes reparando muertos, tú
construyes con nueva gente, con nuevas caras, con una manera diferente de hacer política, de
gobernar, tú no puedes seguir gobernando con las élites, tienes que darle cara
social al gobierno.
Carratú Molina concluyó sus
declaraciones así: “A los ciudadanos y a las fuerzas armadas, en su papel de
ciudadanos que también son, digo: el
país está transitando una convergencia de crisis, que no es solamente Maduro ni
la presencia cubana en Venezuela, ni la
pérdida de la soberanía, la crisis nuestra está en la esencia del venezolano,
en la manera de ser, de conducirse; esto
nos obliga a no ver hacia atrás, a ver hacia adelante para construir un nuevo
camino, que tiene que ser la concordia, el respeto mutuo, las oportunidades a
quien se las merece y darle un contenido social, no social político, sino
social ciudadano a la gestión de gobierno.
Mientras que en el país no se hagan esos cambios la estructura militar
seguirá siendo el aparato represivo de
los gobiernos como en el pasado ocurrió y en este se ha evidenciado 100%. De no
haber construcción de democracia, ni de valores éticos ni de valores
ciudadanos, no hay en el mundo ningún gobierno que pueda sostenerse en el
tiempo. Queda de los venezolanos reconstruir el país, Venezuela no se va a
perder, el territorio siempre estará ahí, lo que va a ser diferente son las
clases sociales, los hombres y las mujeres y la juventud, los nuevos hombres
del país, eso hay que cuidarlo. Urge un cambio de actitudes de los venezolanos
para que nosotros podamos resurgir; esto no depende de un líder, de un mesías,
de un chamo, de un viejo, de un equipo de políticos, etcétera, no. Primero que
los partidos están los ciudadanos, la organización social básica venezolana es
Venezuela y es por los venezolanos independientemente de cómo piensen. Los
militares tienen que regresar a los cuarteles, tienen que revisar lo que son,
muchos tendrán que salir del juego y como la fuerza armada es una institución
en defensa de la Nación bajo el control civil, los venezolanos que asuman el
rol bien sea por presidencia de la república o por instituciones
importantes de los poderes del estado tienen que cuidar que las fuerzas
armadas no se desvíen ni sean desviadas por intereses en cosas que no le corresponden. En el pasado el militar
era el caballito de batalla de todos los caprichos de los políticos, el cachifo
de los políticos, las fuerzas armadas tienen que ser restructuradas total y
absolutamente, restructurarlas en el concepto político de la institución
militar. El militar no es que sea apolítico el militar tiene que ser
apartidista y el militar no puede trabajar para un presidente, trabaja para el
estado, para la nación. Cuando el militar trabaja para un presidente deja de
ser profesional”.
Por: Alfredo Cedeño
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