Este Articulo está dedicado a los
venezolanos que no se rinden, publico pensando en todos aquellos que a diario
se levantan y asumen su vida como un reto.
El maratón significa mucho más de
lo que aparenta. Es acerca de fortaleza física y psicológica, es sobre esfuerzo
y disciplina y es sobre alcanzar metas personales.
Pero me gustaría hablar de lo que
no pocas veces pasa desapercibido por aquellos que admiran a los maratonistas:
el enorme bastión de seres humanos que animan y apoyan a los corredores durante
la carrera.
Mientras se corre, se experimenta
cada posible emoción y sensación: felicidad, satisfacción, desesperación,
agonía, energía, falta de resistencia y, finalmente, grandeza.
Muchas veces la mente juega `juegos´
y, en ciertas ocasiones, los mismos ponen en riesgo las posibilidades de tener
éxito en la carrera. Pero durante la larga e intensa trayectoria del maratón,
el factor que más impresiona es la gente alrededor.
El tipo tatuado ofreciendo
naranjas, la anciana gritando `tú si puedes´, los residentes del hospital de
enfermos mentales con sus banderas y palabras de ánimo, las bandas tocando
música maravillosa en los techos de las casas, el tercio con las puertas de su
hogar abiertas para que descansen los corredores extenuados, los jóvenes
aplaudiendo en apoyo, el flaquísimo chino con sus gloriosos chocolates en el
kilómetro 33, las personas con todo tipo de discapacidades, alineadas con su
sufrimiento en el hombrillo de la ruta, pasándola bien y sintiendo esperanza
ante la presencia del espíritu humano en el proceso de alcanzar una meta, en
muchos casos, una bien difícil.
Finalmente, los niños. Sus
infantiles rostros tratando de hacer contacto visual (y físico) con los
corredores. Están allí, de cada estrato étnico, social y racial, con sus
historias y condiciones singulares. Llenos de admiración, el corredor es su
héroe, su ejemplo. Los niños buscan las manos del maratonista como si este
fuera una estrella de rock, una imagen del más allá. Al rozarlo, el corredor
sabe que está dando origen a un posible maratonista, un futuro héroe.
La gente alrededor hace perfecta
armonía con los corredores, un todo, un exclusivo todo, que recuerda la belleza
de ser humano. Luchando para cumplir una meta personal, el maratonista está
rodeado de gente que, con su presencia durante la carrera, ayuda a lograrla.
La meta del corredor en cierta
forma es la meta de cabo uno de los que lo animan en el camino. Al final, cada
meta es un sentimiento colectivo compartido por todos. Se siente un solo
espíritu en el ambiente, y se siente bien.
Al cruzar la línea de llegada, el
maratonista experimenta respeto por sí mismo, una sensación indescriptible,
pero lo más relevante, siente que es parte de algo que le trasciende, parte de
un mundo extraordinario integrado por una inmensa familia que mira adelante
para ser mejor a diario.
El maratón es acerca de metas
personales, pero su significado real va mucho más allá. Evidencia que todos
estamos en el mismo bote, que independientemente de nuestras historias
particulares, estamos juntos y dependemos unos de otros hasta en la más
individual de las actividades.
El maratón es un recordatorio de
lo que es posible y real.
Al final, cuando todas las piezas
encajan, el maratón es sobre esperanza, pura y simplemente.
Juan Carlos Sosa Azpúrua /@jcsosazpurua
Nota del autor: Este artículo fue
publicado originalmente en idioma inglés en el Boston Globe en 1995; y
posteriormente, en el año 2005, en el diario El Universal.
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