Artillería de Oficio
El gobierno “presume” de ser uno de los países
más antiamericanos del planeta y aprovecha las sanciones de Estados Unidos a
unos funcionarios corruptos, a quienes les cancelaron sus visas y congelaron
sus cuentas.
Las sanciones acompañadas de la
declaración de que Venezuela representa un peligro para la seguridad nacional
de Estados Unidos tienen relación con el sistema financiero de ese país, que
persigue el dinero mal habido procedente del narcotráfico, la corrupción y de
grupos terroristas. Sin embargo, el gobierno hace ver que nos han declarado la
guerra, que los marines pueden desembarcar en cualquier momento en Machurucuto
o en Mamo, y convoca a unos ejercicios militares para entrenarnos ante la
inminente invasión. Algo inimaginable, si se analiza que las sanciones no son
contra los venezolanos, ni siquiera contra el gobierno de Maduro, sino contra
determinados funcionarios y militares chavistas.
Como era de esperarse, utilizaron
el momento, con el índice de popularidad más bajo en la historia de la
revolución bolivariana, para remontar la cuesta con miras a las elecciones
legislativas y, convenientemente, silenciar los grandes escándalos de altos
cargos del chavismo con dinero proveniente de Pdvsa, que evidencian el gran
saqueo y una de las causas del empobrecimiento de los ciudadanos. Por eso, el
gobierno agita las banderas del nacionalismo para su consumo inmediato.
El nacionalismo es como una
droga, es como oler el pegamento de las ideas sociales y políticas. El
nacionalismo maneja una gran falsedad, que es la idea de identidad de un
pueblo, conceptos mágicos, palabras altisonantes y vacías. Lo malo del
nacionalismo es que siempre lleva la mala intención, porque necesita de
enemigos y zafarranchos para que el grupo sobreviva. El nacionalismo chavista
es depredador, feo, sórdido, arcaico, sumamente ridículo y sobre todo
excluyente. Se ha construido desde la demonización del otro, del imperio, de la
derecha, de la oposición, a la que acusa de todos los males habidos y por
haber. Al contrario de los norteamericanos, que ante todo se sienten miembros
de una comunidad, la patria americana, lo que les hace dar un apoyo casi
unánime a sus instituciones cuando se desata una gran crisis.
Está claro que un grupo enorme de
venezolanos no apoyamos al gobierno en sus alucinaciones guerreras con Estados
Unidos, es nuestro principal socio, nos compran el petróleo, son los únicos que
pagan a precio de mercado y no nos chulean, como los cubanos y algunos
gobiernos aliados que siguen succionando nuestros recursos. Además, siempre me
ha irritado el antiamericanismo visceral, es un prejuicio estúpido que, como
todo dogma, impide el entendimiento de la realidad.
Es cierto que Estados Unidos es
el país más poderoso del mundo, y todo poder tiende a la prepotencia, pero hay
cosas de esa sociedad que valoro mucho, como la libertad, el igualitarismo y la
meritocracia, que es la antítesis de la mediocridad, el amiguismo y el
nepotismo que caracterizan al gobierno “revolucionario”, que desprecia todo
profesionalismo y auspicia la fuga de los talentos.
Si de verdad se diera la invasión
militar de Estados Unidos, Maduro se vería acabado. Por eso alardea y amenaza,
pero el primero que no la quiere es él.
Tic tac
1-. Con la recolección de firmas
para exigir la derogación del decreto imperial, el gobierno hizo un sondeo de
popularidad para las elecciones legislativas. Según nuestra fuente, lo que
recogieron fueron 622.000 firmas en todo el país.
2-. El gobierno de Panamá no
aceptará que lleven los “10 millones de firmas” a la cumbre y está dispuesto,
como país anfitrión, a impedir cualquier show contra Obama.
Por: Marianella Salazar.
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