Partimos de las declaraciones de
Roy Chaderton, nuestro máximo representante ante la Organización de Estados
Americanos, luego de que con unas palabras sublimes en el programa del canal de
todos los venezolanos asegurara que las cabezas opositoras producirían un
sonido distinto al ser impactadas por las balas de una posible invasión
americana. A pesar del video que corrió por las redes sociales, nuestro digno
representante no se refería a la represión del Estado contra las
manifestaciones en su contra, sino a la idea esquizoide que maneja su gobierno
de las posibilidades de invasión de Estados Unidos a nuestro preciado (y
quebrado) territorio, lo cual sería, y aquí estamos de acuerdo, terrible para
nuestro país.
Ahora, el problema no es el
contexto, sino el tono de sabiduría con el que nuestro embajador ante la OEA
esboza la idea de venezolanos diferentes, no solo en la ideología sino en la
biología. Chavistas superdotados con cráneos en los que el cerebro no encuentra
espacio suficiente, llenos de ideas y de pensamiento revolucionario, y cráneos
opositores vacíos como las bóvedas del Banco Central, en los que los tiros
americanos pasarían con mucha más comodidad. Algo así como una raza superior
revolucionaria que termina por inaugurar la anatomía según Chaderton.
Objetivamente nuestro digno
representante asegura que las bombas americanas serían incapaces de diferenciar
ideologías, lo mismo las armas y también los francotiradores. Sin embargo,
dentro de su manual anatómico él está convencido de poder diferenciar el impacto
de una bala, si esta en su camino se encontrara con un opositor o con un
oficialista. El oficialista es mucho menos digno de recibir el balazo, por su
parte, según el embajador, el opositor parece merecerlo. En esta idea absurda,
el oficialista es más fuerte, más inteligente y seguramente sexualmente más
capaz que cualquier opositor, una competencia de imposición que al gobierno le
encanta jugar, porque cuando se tienen los poderes, los medios y el dinero se
puede autodeclarar la superioridad absoluta.
Todo se resume en que quien
gobierna se convenció durante años de que minoría y menos eran sinónimos. Una
ideología en la que el único contenido es que quien los adversa es un enemigo
que no merece compartir el territorio. Una política de aniquilación moral que
se juega todos los días en las dificultades de un país en el que no puede vivir
nadie, pero en el que vivir siendo opositor es aún más complicado, la lista
Tascón y las amenazas poselectorales en los ministerios son una muestra de
ello.
Quedamos en el medio del discurso
todos los que no entendamos al otro como a un ente inferior sino como a otro
venezolano. Más allá del fanatismo de colectivos y El Cafetal, el chavista y el
opositor tienen sus razones de serlo, pero mientras el fracaso de este sistema
absurdo se hace más obvio, los que el gobierno considera menos parecen dejar de
ser minoría. A Chaderton le quedará su manual, que solo él con su superdotado
cerebro revolucionario podrá entender, a nosotros, comunes morales, nos basta y
nos sobra con el sentido común.
Por: Carlos E. Weil Di Miele
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