viernes, 6 de marzo de 2015

CAPITALISMO Y SOCIALISMO SE INSERTAN SIN DIFERENCIA EN EL MUNDO GLOBALIZADO

Sólo se logrará la emancipación si nuestro continente Abya Yala marcha junto, enarbolando la bandera de la soberanía e independencia y librando una dura batalla de resistencia cultural contra el pensamiento único, se trata de una guerra de valores contra valores que lleva intrínseco la lucha de clases, en la búsqueda de nuevos caminos que nos conduzcan a encontrar un nuevo modelo civilizatorio.

A estas alturas de nuestra historia, el tiempo ha dado la razón, a quienes veníamos manifestando que el llamado socialismo real, en nada se diferenciaba del modelo capitalista, pues los intereses de clase y la relaciones de poder de quienes gobiernan en ambos modelos, no tenían ni tienen diferencias cualitativas en la forma de distribuir la riqueza social, pues quienes ejercen el poder manifiestan de manera descarada sus ambiciones por la riqueza, riqueza que pertenece a los pueblos, que hoy sufren y padecen las arbitrariedades y las injusticias de las clases dominantes de ambos sistemas.
La corrupción, el narco tráfico, el asesinato por encargo, el tráfico de influencia, persecución, tortura, cárcel, inseguridad y paremos de contar, caracterizan a ambos modelos, modelos que enarbolan la democracia, para cautivar y engañar a quienes aspiran vivir en plenas libertades en el mayor amplio sentido y connotación de la palabra.
Los iconos del llamado socialismo, Rusia, China, Cuba –entre los más destacados- representan la alianza más perversa al lado del gran capital, sus clases dominantes mantuvieron durante muchos años el espejismo de estar en revolución, cuando en la práctica disfrutaban y siguen disfrutando de privilegios en todos los órdenes, producto de esa relación de poder vertical que se ejerce desde el  llamado Estado.
LA OSCURIDAD DE LA GLOBALIZACIÓN
Es bien sabido por todos los analistas económicos y políticos internacionales, que el nuevo ordenamiento del mundo deja atrás el viejo capitalismo, capitalismo que solo queda como reseña histórica de la acumulación de riqueza a través de la explotación de la fuerza de trabajo del hombre por el hombre, para adentrarse en un nuevo modo de producción excluyente en el marco del propio capitalismo privado o de estado, donde la ciencia y la tecnología juegan un papel determinante, encontrando y desarrollando nuevos procesos productivos, procesos productivos que se ubican dentro de unas nuevas relaciones técnicas de producción, obteniendo de esta manera el exclusivo monopolio de la producción y el mercado, trayendo como consecuencia adicional en todo el mundo, una gran masa desempleada que solo queda como testigo viviente y marginal de un “nuevo desarrollo” mejor conocido hoy como la globalización o mundialización, eliminando las fronteras entre naciones para aplastar la soberanía y la independencia de los pueblos, implantando el monopolio del mercado y obligando a las naciones del mundo a obedecer los mandatos hegemónicos del pensamiento único de su brazo ejecutor, representado en los grandes conglomerados del capital petrolero, capital financiero y capital industrial.
Nos encontramos en presencia de un nuevo modelo económico-social superior al capitalismo que hasta el presente hemos conocido, pues éste supera el concepto marxista del imperialismo. Estamos en presencia de la fusión del capital financiero con el capital industrial para formar conglomerados, que se apropian de los procesos productivos y del mercado, obteniendo un monopolio absoluto de la economía del planeta. Es un nuevo modelo de dominación técnico-científico, cultural, ideológico, político, jurídico, militar y económico, somete a los pueblos del mundo especialmente a los subdesarrollados, a mantener sus economías maltrechas, endeudadas y sin las posibilidades mínimas de encontrar salidas dentro de éste “paradigma del desarrollo”, trayendo como consecuencia más hambre y miseria, mayor desnutrición en la población más joven, sobre todo en los sectores infantiles, menos posibilidades de empleo, vivienda, educación, salud, vestido, con una deuda externa en los países subdesarrollados que cada hora que pasa aumenta en montos que definitivamente la hacen impagable y que obliga a los pueblos a “vivir” en la más oscura e indigna pobreza, borrando de esta manera todo vestigio de una vida digna para las naciones.
Ese nuevo reordenamiento del mundo a través de la llamada globalización, sigue requiriendo de la energía petrolera, del gas y el carbón para seguirse expandiendo en sus planes de dominación que no es otra cosa que la recolonización del planeta. Es un nuevo escenario mundial, por un lado el reordenamiento de la economía a través de la globalización, en la búsqueda de la recolonización del planeta y por el otro una ciencia y una tecnología que no solo incide de manera determinante y excluyente en el proceso productivo y en el modo de producción, sino que se utiliza también en los medios de comunicación para manipular, domesticar, alienar y colonizar los pueblos en nombre de la libertad.
La guerra que hoy hace el gran capital a los pueblos que no se someten por la vía dócil o del llamado conflicto de baja intensidad a sus intereses, es una guerra impregnada de gran contenido ideológico además de bélica. Esta guerra enfrenta una lucha a muerte de valores contra valores, es un choque que en lo cultural la han de ganar los pueblos que se niegan asumir el pensamiento único de la sociedad occidental.
Es aquí donde jugarán gran importancia los poderes creadores del pueblo, para poder resistir contra la globalización neoliberal. En esa resistencia cultural se incorpora plenamente la memoria histórica de las naciones, sus luchas, sus guerras de independencia, su espiritualidad y religiosidad, su moral combativa, su perseverancia revolucionaria, costumbres, folclor, su ciencia y tecnología popular, sus formas de producir, sus creencias, su modo de vida, para poder abrirse paso en la confrontación que se libra y tendrán que librarse en todas sus formas de lucha que le dará el rearme ideológico, político y militar al pueblo y así mantenerse como alternativa y conservar su propia identidad. Estamos en presencia, sin duda alguna, ante una nueva doctrina militar, que enfrentaremos por la vida.

Hoy más que nunca, la posición visionaria de Bolívar está presente y cada día que pasa se hace más actual. Sólo se logrará la emancipación si nuestro continente Abya Yala marcha junto, enarbolando la bandera de la soberanía e independencia, porque al fin y al cabo, “para nosotros la patria es América”.

Por: Enrique Fortoúl Contreras Ramírez

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