No hay ni habrá política
económica coherente ni reglas de funcionamiento convincentes. El país está en
menos del caos, con un mandatario que apenas acaba de aterrizar tras una extensa
gira internacional de 24 días y sin un plan para tranquilizar no digo a la
población, sino al ala radical de su partido. La misión saqueo se ha puesto en
marcha, y no hará falta invocar otro Caracazo, porque sus protagonistas son,
precisamente, los que deberían poner orden y han terminado por violar las
normas
No hace falta hacer apología del
delito. Bastará con escuchar una cadena de radio y televisión, a mitad de la
noche, para enterarse de que la red de Farmacias Farmatodo, fue tomada por el
gobierno y presos sus directivos; o que esos comerciantes temerarios porque
hay que serlo para abrir un supermercado en La Yaguara, Catia o La Vega que
conforman la cadena Día a Día están dirigidos por una sarta de "ladrones"
que "irritan la paciencia de los más pobres", aprovechándose de ese
elemento desestabilizador como son las colas.
Al estilo de aquel grito de
guerra electoral "¡Que no quede nada en los anaqueles!", con el cual
un presidente en funciones y candidato a la vez logró voltear unos comicios,
dejando de paso a Daka en el pelero, el señor Nicolás Maduro se aparece esta
semana con la excusa de que la hilera de ciudadanos molestos, frente a un
expendio de pañales o de leche en polvo, es una invención de la "derecha"
y ¿por qué no? del mismísimo imperio, representado en ese viejo catirito e
insolente de Joe Biden, quien, según le acaban de contar los panas del Caribe,
está conspirando para destruir el experimento socialista que nos legó el
difunto Hugo Chávez.
Por lo visto, lo que viene ahora
es una segunda versión del "¡exprópiese!" con el que el entonces
ministro de Tierras Elías Jaua hizo desastres en fincas y terrenos agrícolas
productivos, y que hoy lucen como campos arrasados por la desidia y la demagogia.
No se trata de las tomas de edificios vacíos de Sabana Grande que el alcalde
mayor Juan Barreto pobló con las huestes de Lina Ron convirtiendo sus
adyacencias en esquinas de las puñaladas y el tiro de gracia.
Lo que nos tocará ver en adelante
es una excusa de quien no ha hecho bien su tarea y se vale de la fuerza militar
para ocupar una megatienda de Makro el lunes; una cadena de farmacias el martes
y una red de distribuidores de alimentos en el Mercado de Coche al siguiente
día, para validar una operación de saqueo de los comercios que apenas se
mantienen en pie.
No hay ni habrá política
económica coherente ni reglas de funcionamiento convincentes. El país está en
manos del caos, con un mandatario que apenas acaba de aterrizar tras una
extensa gira internacional de 24 días y sin un plan para tranquilizar no digo a
la población, sino al ala radical de su partido.
Así como ayer fueron las fincas
de los "terratenientes" y los edificios vacíos en las zonas urbanas,
le toca hoy al comercio de alimentos y de medicinas. De nada les valdrá bajar
la cabeza, como lo hizo hasta la semana pasada Farmatodo, al punto que fue el
primer comercio en aplicar las captahuellas y algunos de sus empleados se
desquitaban maltratando a los usuarios.
La misión saqueo se ha puesto en
marcha, y no hará falta invocar otro Caracazo, porque sus protagonistas son,
precisamente, los que deberían poner orden y han terminado por violar las
normas. Con reglas económicas tan claras como las que acaban de aplicar a
Farmatodo, bienvenidos pues los 50 empresarios extranjeros que, según aseguró
el vicepresidente Jorge Arreaza, están salivando de excitación por trabajar en
el país. Sabias palabras aquellas: "Expropiar es robar".
ELIZABETH ARAUJO
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