lunes, 16 de febrero de 2015

EL CARNAVAL SE ACABÓ…

  
“El próximo fin de semana es carnaval (…) no tengo noticias que haya salido decreto para prohibir el carnaval este año, no sé si ustedes han visto señores de la derecha, no sé si tienen previsto suspender y prohibir el carnaval este año también, hay que preguntárselo a los dirigentes de la derecha, no vaya a ser que le de la manía de hace un año y suspender el carnaval otra vez, creo que no ¿verdad? Así que el carnaval va y va a ser un carnaval de felicidad, de compartir en familia, de alegría, expresión cultural de la comparsa, danza, disfraces…”  Nicolás Maduro

 “Lo bueno de la política venezolana es que el Carnaval es eterno, uno puede jugar a poner disfraces todos los días”. “Feyo” Fulcado
 “Carne vale”, es decir, adiós a la carne, es el significado de la palabra Carnaval, fiesta cuyo origen se remonta a épocas ancestrales. Así como están acá las cosas, sería menester ampliar la denominación, pues hace un buen rato le hemos dicho adiós no sólo a la carne, sino también al pollo, a la Harina Pan y la de trigo, adiós a tantos medicamentos y no precisamente por mejorías, sino porque simplemente no los hay. Pero, retomemos el asunto: Carnaval, esa festividad que se celebra antes de la cuaresma, que tuvo su origen en aquellas fiestas paganas dedicadas a Baco. Actualmente se trata de una celebración pública que tiene lugar inmediatamente antes de la cuaresma cristiana, con fecha variable (desde finales de enero hasta principios de marzo según el año) y que combina algunos elementos como disfraces, desfiles, y fiestas en la calle. El Carnaval es tiempo de libertad y libertinaje que fenece el Miércoles de Ceniza. Estudiosos del tema nos muestran el Carnaval como ejemplo de lucha por la libertad o cuando menos la válvula de escape para el oprimido, de las tensiones que genera un año de opresión. Se trata de una fiesta cargada de rituales y símbolos, donde la estructura social tiene un papel fundamental. Los románticos de siglos pasados definían el Carnaval como una fiesta de tránsito entre el sueño-muerte del invierno y el renacimiento-resurrección de la primavera.
Roberto González Echeverría, al analizar la obra de Alejo Carpentier “El Reino”, nos retrata la festividad así: “El Carnaval, con su rendición a los deseos de la carne, lo teatral y la inversión gozosa de jerarquías... es ese el eje sobre el que pivota la historia... el centro de la historia es la celebración, la alegría y el miedo de acabar un ciclo y empezar el siguiente...”. Resulta una curiosa analogía el cierre de la cita, la que nos recuerda el pensamiento de Antonio Gramsci al comprobar que ciertamente, una verdadera crisis histórica ocurre cuando hay algo que está muriendo pero no termina de morir y al mismo tiempo hay algo que está naciendo pero tampoco termina de nacer... ¿O es que alguien pone en duda, que a pesar de lo satírico, ridículo, irónico, grotesco y burlesco, -elementos todos de uso carnestolendo, pero equipaje permanente de la Nomenklatura del régimen- no nos encontramos en el epicentro de una crisis total? Crisis que se inició con aquellos muchachitos -hace ya tanto tiempo- disfrazados de militarcitos, en tanto los militares se disfrazaban de demócratas...Y ahora nos encontramos con una comparsa desafinada que trata de imitar al que se fue haciendo tan vigente aquella sentencia del viejo Marx -La historia se repite siempre dos veces, primero como tragedia y después como farsa- que si no fuese por lo perverso, nos llamase a la conmiseración. Pues esta charada en comparsa del Golpe, el Tucano, el Magnicidio, vuelven a desenmascarar un régimen disfrazado para ocultar realidades inocultables que brotan de sus resentidas entrañas que se traduce en ese odio utilizado como estrategia política, odio como catalizador que activa rencores y mediocridades, odio como pulsión brutal...aunque lo adornen con corazones. Un régimen que juega al carnaval no con agua sino con mentiras para disfrazar una tragedia ineludible que ya nos alcanzó. Unos “papelillos y confetis” colocados en bancos suizos nos indican que si bien hace 200 años la gente se burlaba de los poderosos en el carnaval, hoy es exactamente lo contrario. 
Vivimos en un eterno carnaval de ideas, ofertas, promesas y otros falsos disfraces que desdibujan la verdadera fachada y permiten al gobierno continuar con su particular mascarada....Sin embargo, recordemos que Momo es el dios de la irreverencia y por eso fue echado del Olimpo.     
Y el próximo miércoles, cuando veamos las cenizas en cruz en tantas frentes iluminadas, una vez más asistiremos a un combate estético y ético entre la antipolítica y la alterpolítica como alternativas para hacer frente a una política  - más que tradicional, confusa -l cada vez más hueca, vacía y con pocas  respuestas ante este marasmo... Entonces habrá llegado el momento de quitarse las máscaras, pues… el carnaval se acabó.

Manuel Barreto Hernaiz

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