Nuestra tragedia es para el
cierre del año 2014: 25.000 asesinatos, 64% de inflación (casi 100% en
alimentos), alto desabastecimiento con colas humillantes para adquirir lo más
básico, recesión (la peor de América Latina) con tres trimestres seguidos de
descenso en el PIB, y el petróleo, a mitad de precio. Esta grave situación no
se puede tapar con insultos, ni ilusas “revoluciones” verbales; sino que
reclama un gobierno responsable que asuma la emergencia nacional con decisión
de corregir el rumbo, convocando de verdad a todos los venezolanos para
producir las soluciones, que son imposibles para una sola mitad del país.
Lamentablemente, el gobierno dio
señales opuestas a la sensatez y –con hechos dictatoriales– se apropió
descaradamente de los poderes públicos (Legislativo, Judicial, Electoral,
Moral…) haciendo ostentación de que el Estado venezolano no es de todos, sino
exclusividad de ellos, porque circunstancialmente tienen el presupuesto
nacional y la fuerza armada. Por ahora, tienen todo el poder para imponerse y
toda la impotencia para hacer un gobierno medianamente presentable, pues están
comidos por dentro por su incapacidad, corrupción y modelo fracasado. De nada
sirven cuentos de guerras infantiles donde los malos quieren derrotar a los
buenos “revolucionarios”.
Esclavitud niños trabajan
explotados No esclavos sino hermanos
Este es el título del mensaje del
papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz que se celebra el primer día
de cada año. Nos recuerda Francisco que “la esclavitud, crimen de lesa
humanidad, está oficialmente abolida en el mundo”. Sin embargo, agrega, “todavía
hay millones de personas –niños, hombres y mujeres de todas las edades–
privados de su libertad y obligados a vivir en condiciones similares a la
esclavitud”. En condiciones de esclavos hay millones de trabajadores,
emigrantes, mujeres obligadas a casarse o vendidas sin derecho al
consentimiento, víctimas del tráfico y comercialización de órganos,
secuestrados y encerrados en cautividad por grupos terroristas y otros
obligados como combatientes y esclavas sexuales. ¿Por qué en el siglo XXI en
sociedades poderosas hay tanta incapacidad para hacer un mundo más humano? ¿Por
qué la fraternidad, tan cantada y añorada en los días navideños y en los
abrazos de año nuevo, no prevalece y erradica la esclavitud del mundo? El papa
responde: “En la raíz de la esclavitud se encuentra una concepción de la
persona humana que admite el que pueda ser tratada como un objeto. La persona
humana, creada a imagen y semejanza de Dios, queda privada de la libertad,
mercantilizada, reducida a ser propiedad de otro, con la fuerza, el engaño o la
constricción física o psicológica; es tratada como un medio y no como un fin.
Esto sucede cuando al centro de un sistema económico está el dios dinero y no
el hombre, la persona humana”.
Se necesitan políticas concretas
para eliminar las esclavitudes mencionadas, pero se requiere una voluntad
decidida, que no se dará sin una “conversión que lleve a cambiar el modo de ver
al prójimo, a reconocer en el otro, sea quien sea, a un hermano y a una hermana
en la humanidad”. Sin esta conversión interna, continuarán las esclavitudes que
aportan beneficios a los esclavistas.
De la misma
manera es imposible enderezar nuestro país poniendo el poder por encima de la
persona, repitiendo irresponsablemente insultos y descalificaciones, recalcando
que no le importan ni los desacuerdos ni los sufrimientos de la mayoría, pues
le basta la fuerza que siente tener en sus manos armadas. Esta manera de hablar
y de actuar degrada al presidente. Las dictaduras suelen empezar con algún grado
de justificación como salvadores de un mal mayor. Con el tiempo van perdiendo
apoyos, se van corrompiendo, se endurecen y ciegan, aspirando al poder
perpetuo, enfrentados a la mayoría del país. El ciclo se cierra con su caída.
Es el camino que está recorriendo el grupo que se apropió del poder en
Venezuela. Es suicida no reconocer la alarmante situación y negarse a abrir el
camino para las soluciones.
Solo en espíritu de apertura y de
reconocimiento mutuo entre los venezolanos produciremos soluciones. Imposible
lograr una Venezuela digna y libre sin fraternidad, ni solidaridad, ni
reconocimiento de los otros. Hacia allá y de modo acelerado deben avanzar las
fuerzas decisivas en el gobierno y en la oposición.
Por: Luis Ugalde
lugalde@ucab.edu.ve
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