FUENTE CRIMENES
SIN CSTIGO El año pasado cerró en Venezuela con un repunte en los
delitos violentos más importantes, como el homicidio, el secuestro y el robo de
vehículos. Esta aceleración de la criminalidad coincidió con la entrada en el
ministerio de Relaciones Interiores, Justicia y Paz de la actual titular,
Carmen Meléndez. Es posible que al hacer un balance general los totales de
algunos rubros como el secuestro tuviesen una disminución con respecto a 2013.
Pero lo llamativo en esto es que actividades criminales que parecían
“neutralizadas” de repente mostrasen un estallido.
En el caso del secuestro, por
ejemplo, la aceleración entre noviembre y diciembre fue superior al 20% con
respecto al ritmo de casos denunciados que mostró el resto del año. Esto nos
dice mucho del reagrupamiento de organizaciones criminales, y el
aprovechamiento ya descarado de áreas en las que se produjo una cesión de
autoridad por parte del Estado, como son las llamadas “zonas de paz”. El
alcalde de Baruta Gerardo Blyde advirtió este repunte del secuestro en
recientes declaraciones, y explicó que uno de los factores ha sido el escape de
detenidos en retenes policiales. Solamente en diciembre fueron reportados 107
en todo el país. La verdadera Cayapa.
Así entramos en 2015.
El ránking asomado por el
Observatorio Venezolano de la Violencia indica que Venezuela sería el segundo
país del mundo en cuanto a tasa de homicidios, solo superado por Honduras. Un
centro de estudio (Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia
Penal) estableció que la criminalidad en Caracas solamente es superada por la
de San Pedro Sula, una ciudad al sur del referido país centroamericano en la
que el delito organizado hizo una especie de gran caleta de drogas,
generalmente enviadas desde aquí.
Esto nos habla de la constante
actividad del delito organizado en Venezuela.
En el país la criminalidad
violenta es de tal magnitud que el ciudadano pierde la capacidad para apreciar
los matices, los pequeños cambios que se van produciendo en la actividad
delictiva. Todo tiende a parecerle igual, y hasta cierto punto normal.
En estas líneas se observará
solamente un aspecto de la criminalidad, que dice mucho de los momentos que
vivimos y probablemente viviremos en el país. Se refiere al robo de alimentos.
Hace seis años, en medio del
efecto riqueza ocasionado por los altos precios del petróleo, los alimentos
eran robados solo de vez en cuando como parte de la actividad de piratas de
carretera. Los sujetos interceptaban camiones con mercancías que consideraban
se podían revender en comercios cómplices o a través de la buhonería. No solo
eran alimentos. También medicinas, herramientas, ropa y una larga lista de
bienes.
Desde 2014, con la agudización de
la escasez, comenzamos a apreciar que la actividad de los antisociales puso
énfasis en la obtención de bienes que difícilmente se encontraban en los
anaqueles de los comercios formales. Los habitantes de la parroquia Sucre de Caracas,
especialmente los que frecuentan las calles Argentina, Colombia y Bolívar de
Catia, han sido testigos de este cambio. Primero fueron pequeños y esporádicos
hurtos al camión que quedaba abierto mientras se despachaba la mercancía.
Ahora, el delito para apropiarse de bienes de primera necesidad se ha tornado
más violento, más frecuente, multitudinario en cuanto a la cantidad de
antisociales participantes y difuso desde el punto de vista geográfico.
En el caso de Caracas, si hace un
año los casos eran reportados solamente en Catia, ahora también ocurren en
Antímano, Petare, El Valle-Coche y últimamente en el eje La Vega-La Paz. El 23
de enero, por ejemplo, una banda de aproximadamente 6 sujetos sometió con armas
a un despachador de quesos cuando entregaba el contenido de un camión en la
calle Rotaria de La Paz. El robo fue de 39 cajas de queso.
En los casos reportados en Catia
desde finales de diciembre participan entre 15 y 20 personas. Antes, el máximo
era de 6 personas. A veces simulan un saqueo.
Un saqueo
"controlado"
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Los cuerpos de seguridad siguen
el modelo de actuación mostrado por los oficiales de Polinacional ya en
septiembre de 2013, cuando fungieron como ductores ante el robo descarado del
contenido de un camión para transporte de productos cárnicos accidentado en el
distribuidor Los Ruices de la Fajardo. La misma conducta complaciente ante el
robo de Daka en Valencia a manos de una poblada, dos meses después.
Ante esta situación, el liderazgo
del país luce nuevamente entrampado, silente, con los ojos puestos en otra
parte. El Presidente ha optado por hacerse sordo y ciego. En su discurso de
Memoria y Cuenta no hubo ninguna mención al problema de la criminalidad en el
país. Durante su breve campaña electoral, y apenas asumió en Miraflores este
tema era el centro de sus intervenciones públicas. Ahora, solamente se refiere
a algunos de los fallecidos durante las protestas de 2014. Nada con respecto a
las 24930 víctimas restantes de la violencia.
El delito que viene, entonces, se
parece al que teníamos pero tendrá mucha más intensidad, frecuencia y
violencia. Aparecerá en lugares antaño considerados tranquilos, y afectará a
más personas. Paradójicamente, será menos denunciado en virtud de la creciente
desconfianza en los cuerpos de seguridad. Y el hombre que auspició los vientos
del dakazo difícilmente será escuchado cuando intente recoger
estas tempestades.
Breves
*3481 oficiales han salido del
Cuerpo de Policía Nacional desde la fundación de esa institución en 2008. Una
auditoría interna llevada a cabo en noviembre de 2014 determinó que 769 egresos
han sido por destitución derivada de una sanción administrativa o penal. No
obstante, muchos agentes también han quedado inválidos durante el ejercicio de
sus funciones o debido a accidentes de distinta naturaleza. Lo que más preocupa
es el número de renuncias, 1718, pues significa que existe poco atractivo para
que el funcionario permanezca y haga carrera en ese cuerpo. Una situación
similar fue detectada luego de una encuesta de opinión a los agentes de una
policía municipal capitalina, donde el 50,1% de ellos expresó su disposición de
migrar a la empresa privada con un salario similar al que devengan en la
actualidad.
*14 cuerpos policiales han sido
intervenidos por el Ministerio de Relaciones Interiores, Justicia y Paz desde
2014, 12 de ellos por recomendación del comisionado presidencial Freddy Bernal.
En las últimas cinco intervenciones se ha determinado que los agentes
participan en la violación continuada de los Derechos Humanos. Tres
corresponden a policías de municipios mirandinos (Acevedo, Brión y Zamora). Son
las únicas en las que se aportó una motivación. En el caso de la Policía de
Caracas (el más relevante por el peso histórico y político de ese cuerpo)
Bernal solo argumentó que hubo una petición del alcalde Jorge Rodríguez, pero
la razón de fondo no se indica en la resolución publicada en la Gaceta Oficial.
Nada se ha dicho, por ejemplo, sobre ese tercio de la nómina que pierde su
tiempo en servicios de escoltas de personalidades. En fin, el comisionado
apenas está comenzando a morder el problema de la corrupción policial y ya ha
declarado en dos oportunidades que él no podrá resolverlo. Así será la
podredumbre detectada…
*La Fundación para el Debido
Proceso (Fundepro) reveló en un informe divulgado en enero que durante todo
2014 fueron ultimados 338 efectivos policiales o militares en todo el país, 18%
más que los fallecidos de igual forma en 2013. La Guardia Nacional y la Policía
Nacional fueron los cuerpos con mayor número de muertos por homicidio. Un dato
interesante es que la mitad de las víctimas policiales o militares tenía menos
de 30 años de edad, y que la mayoría de los ataques mortales (70%) ocurrió
cuando el funcionario estaba franco de servicio. En apenas dos años el país
acumula la escandalosa cifra de 633 policías o militares víctimas de la
violencia. Esto debería ameritar estudio, reflexión y decisiones de parte del
Ejecutivo, que en fin de cuentas se atribuyó la función de “órgano rector” en
cuestiones de seguridad ciudadana. Pero nada, el silencio es la norma. A Freddy
Bernal se le preguntó al respecto y sólo atinó a decir sin mayores detalles que
meditaba una disposición especial en un proyecto de ley sobre seguridad social
para policías.
El piloto de las FARC
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*Mucho silencio ante la detención
en Apure del colombiano Germán Rodríguez Ataya, señalado como uno de los
pilotos más importantes al servicio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia. Los integrantes de la comisión mixta CICPC/ONA que lo detuvieron en
Achaguas recibieron una palmadita en sus hombros, y listo. El hombre de 48 años
de edad tenía documentos de identidad venezolanos, que según las autoridades
fueron obtenidos de forma fraudulenta. Esta circunstancia se ha repetido con
tanta frecuencia que ya no sorprende. Pero es uno de los factores por los que
la comunidad internacional aplica controles cada vez más rigurosos a cualquier
viajero de nuestro país. En lo que respecta al aviador, se plantean tres
alternativas: la deportación sumaria, un juicio de extradición o el lobby con
el Ejecutivo para prolongar en lo posible la estadía en el país, tal y como ha
hecho con éxito Guillermo Torres Cuéter, alias Julián Conrado o el Cantante de
las FARC.
*El Grupo Antiextorsión y
Secuestros de la Guardia Nacional detectó la existencia de un “grupo
paramilitar” dedicado a extorsionar a comerciantes y hacendados en el Valle
Mocotíes, así como también en el Sur del Lago de Maracaibo, Santa Bárbara del
Zulia y Coloncito (Táchira). La organización está conformada por 15 personas,
en su mayoría colombianos, que amedrentan por teléfono a sus víctimas para
luego cobrar sumas variables de dinero. Si no les pagan, amenazan con
secuestros o asesinatos. Parte de sus datos, indica el reporte, la obtienen de
prostitutas que trabajan en La Tendida. No se indica si esta organización
pertenece a alguna derivación de las extintas AUC o si son guerrilleros de las
FARC o del ELN, ya incorporados plenamente al mundo del crimen.
Ricardo Segovia
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*El próximo 6 de febrero, el niño
que aparece en la foto cumplirá su décimo cuarto cumpleaños. No estará con su
familia, sino en poder de un grupo que se lo llevó de su vivienda en Betijoque,
estado Trujillo, en octubre de 2011. La gráfica de Ricardo Segovia Alvarado es
publicada por petición expresa de su mamá Yajaira Coromoto Alvarado, quien
desde luego desea mantener viva la imagen de su niño, para que el caso no caiga
en el olvido, para que las autoridades mantengan aunque sea una pequeña dosis
de interés. Es probable que el cautivo, ya en la pubertad, no conserve algunos
rasgos del infante retratado. Extraoficialmente se conoció que la última imagen
conocida de la víctima fue enviada desde su lugar de cautiverio poco después de
su secuestro. En sus manos aparece con un periódico.
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