En Caracas existen, por lo menos,
80 colectivos armados dispersos entre el Oeste y el centro de la ciudad. No
obstante, sus líderes, con mayor trayectoria en esto de la lucha armada, no
puedan enumerarlos ni tampoco dar referencia de quiénes y cuántos los comandan.
Que la policía científica tampoco tenga mayor información demuestra una aguda
anarquía.
Entre los más conocidos figuran
unos diez: Tupamaro, Carapaica, José Leonardo Chirinos, Alexis Vive, 5 de
Marzo, La Piedrita, Montarz, Simón Bolívar, Colectivo del Guarataro y Tres
Raíces. No hubo acceso a ellos. Luego de la muerte del cabecilla de 5 de Marzo,
José Miguel Odreman, los voceros hicieron mutis. Chito. No se habla. En cambio
sí se sabe el numero de integrantes. De acuerdo a las fuentes consultadas, solo
estos diez grupos podrían reunir un ejército de al menos 500 personas armadas.
Y si el promedio se mantiene, los 80 colectivos podrían sumar un total de 4 mil
paramilitares.
El sociólogo Roberto Briceño
León, director del Observatorio Venezolano de la Violencia, declaró a la
agencia de noticias DPA: “Los colectivos son grupos paramilitares de izquierda
con el aval del gobierno, que no hace nada ante ellos. Son brigadas de choque
que en momentos puede utilizar”
A la espera de la diana
No hablar. Esa es la orden que
tienen los mandamases con más trayectoria dentro de los colectivos. “Todo está
muy confuso desde que mataron a Odreman, el martes de la semana pasada —7 de
octubre. Desde el gobierno nos pidieron no decir nada. Tú sabes cómo se bate el
cobre aquí, así que mejor esperamos a que esta marea se calme. Porque tampoco
es seguro que te vengas hasta el 23 de Enero”, soltó un informante a la
revista. Vive en los famosos bloques construidos en tiempos de Pérez Jiménez.
Forma parte de unos de los grupos de la zona. Está activo y en espera de
próximas señas.
Su claridad y preocupación a cualquiera
asustan. Entre silencios, demuestra que hay una fractura. Un cambio en el
discurso. “De Odreman tampoco te puedo comentar ahorita. Era un combatiente que
quieren tildar de malandro. Nosotros no somos criminales. Somos luchadores
sociales. Defendemos nuestro territorio y lo limpiamos de narcotraficantes,
asesinos. Eso es lo que hacemos. Y claro, si nos toca, también salimos a
defender la revolución”, advierte, no sin antes espetar: “No me vayas a citar.
Tú sabes cómo es todo. Tú sabes que sí estamos armados y tenemos
entrenamiento”. Pero no responde qué clase de entrenamiento.
Sin embargo, antes, cuando no
había ese cruce de órdenes para desarticular o defender colectivos, sí
conversaban abiertamente con nombre y apellido. Discurrían con orgullo, contaban
las anécdotas de sus horas en el llano venezolano para adiestrarse en el arte
de los fusiles y el combate urbano. Muchos en esas filas paramilitares han
pasado semanas aprendiendo a manejar motos de alta cilindrada, a disparar armas
cortas y largas y hasta a cómo colocar un selector de tiro en una pistola
automática para que escupa balas como una ametralladora.
Saben de homicidios tanto como de
defender la revolución que inició su comandante, el fallecido presidente Hugo
Chávez. Uno de los adalides de un grupo que se autodenominó El Colectivo, y que
opera por los predios de El Guarataro, definió a su banda de la siguiente
manera:
“Somos un grupo de motorizados,
más de 30, todos empistolados, apoyando prácticamante la Revolución, porque esa
vida de malandreo no nos lleva a nada. Lo que nos lleva es a que nos busquen, a
pagar multa, a que los policías le quiten real a uno, a que lo maten en
cualquier parte o lo siembren a uno… La policía mata y siembra arma, así uno no
ande en nada, pero para justificar el homicidio.
Ahorita andamos tranquilos, con
armas, pero tranquilos. Estamos apoyando la Revolución, hemos cambiado.
Nosotros somos un grupo de motorizados que apoya las marchas, que nos gusta
apoyarlas en campañas. Ayudamos a que el casco central de Caracas permanezca
tranquilo o llegamos y calmamos las mareas si quieren echar broma, estamos
tranquilos. La Revolución es algo bonito. Me ha ayudado. Las misiones, las
ayudas, estar pendiente de otro, el ocio no nos jode, tenemos algo qué hacer.
La revolución nos da algo qué hacer.
Nosotros no somos ningunos
policías, ni parecidos a ellos. Tú sabes que hay malos y mala conducta; bueno
nosotros somos peores que ellos. Nosotros somos más malos que el hampa. Si
ellos quieren portarse mal, nosotros llegamos y los aboyamos, los atropellamos
y tienen que quedarse tranquilos”.
Dice la proclama.
¿Y de dónde salen las armas?
Los dirigentes de los colectivos
no hablan abiertamente de quiénes son sus proveedores. Pero hay expertos que
argumentan que por acción u omisión la responsabilidad es del Estado
venezolano.
El sociólogo Luis Cedeño,
coordinador de la Asociación Civil Paz Activa, en una entrevista que le
concedió a DPA dijo: “Tienen que tener recursos para financiarse. Podrían venir
del Estado, que los apoya en general, porque también están los colectivos
culturales. No quiero decir que los recursos que el gobierno le da se usan para
comprar armamento”.
Además agregó: “esos grupos
ejercen un control paramilitar ante la ausencia policial. Ejercen una autoridad
y se nutren de puntos de peaje cobrando dinero. Controlan a los grupos
delincuenciales, probablemente controlan el microtráfico de drogas de la zona y
evitan que hayan mayores conflictividades… una tarea pendiente que tiene el
gobierno: eliminar estas tropas porque se trata de un tema de seguridad
nacional”.
Otros expertos, que prefieren
mantener su nombre anónimo, estiman que Chávez los vio como la vía para
perpetuarse en el poder debido a la fuerza e influjo que proyectaban en los
barrios, sobre todo los de Caracas. Como consecuencia de ello, algunos, cuya
ideología se basaba en la democracia y en la solidaridad, se desvirtuaron y se
convirtieron en ejércitos paramilitares autónomos.
Durante las últimas semanas, han
llegado a manos de funcionarios de la policía científica expedientes de algunos
líderes de estos colectivos. La orden, según trascendió extraoficialmente
comenzar a desarticularlos. “Las directrices llegaron desde alguna línea pesada
del propio gobierno. Uno tiene que cumplir la encomienda, que en este caso es
meterlos preso… si no se resisten”.
Fuente:
@revistaclimax
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